domingo, 26 de mayo de 2013

19:41

ella estaba muy alto, en las nubes cuando le echó de menos por primera vez en mucho tiempo. muy alto, en las nubes cuando le necesitó de nuevo. muy alto, en las nubes cuando lo sacó todo desde muy dentro.                                pero las mañanas de resaca son las peores mañanas, pinta labios esparcido por todas las sábanas. el olor a vodka en el aire como la visión de su cara entre la multitud. allá a donde iba. mejor no hablemos de las mañanas de resaca.                                       volvamos a cuando estaba arriba en el cielo. ella buscó esa sensación. llevaba buscando durante meses. ansiaba esa sensación y después de un tiempo, no conocía nada salvo esa sensación. él no le daba lo que una noche de fiesta podía. quererle no la había hecho sentir así. y entonces, él dejó de ser su copa llena, su porro recién liado, las luces de neón. él dejó de ser la razón por la que anclarse a tierra. ya no había razón para no volar.                               y comenzó a gastar su tiempo como los mecheros. disfrutó de su vida rápida odiándola al mismo tiempo. odiando saber que debajo de todo estaría él, siempre él. su fumada más intensa, su colocón más duradero. y cada Domingo bien entrada la noche, lloraba porque ya era lunes. lloraba porque se echaba de menos. a sí misma y todo lo que había sido antes. de él. antes de los Sábados interminables y los Viernes en los que empezaba todo. lloraba porque quería quererse como un día le quiso a él y como él quería a otra.                                          mientras tanto, él continuaba su vida sin saber que en algún lugar, ella se iba perdiendo del todo por no encontrarle a él.

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