lunes, 11 de marzo de 2013

Recuerdo cuando solíamos salir de fiesta cada fin de semana, buscando aunque fuera, un ápice de felicidad. Solíamos llenar copa tras copa, intentando convencernos de que lo más duro sería beber sin mezclar. Brindemos por ese tío que no nos supo valorar, por ese amor no correspondido, por esas lágrimas malgastadas. Brindemos porque después de este corazón roto, chicas, vienen muchos más.
Recuerdo como solíamos arreglarnos, ojos negros y los tacones más altos. Los pantalones más cortos. Solíamos caminar y dejarles a todos boquiabiertos, creyendo que eso era lo que nos llenaría. Intentando convencernos de que no queríamos nada que durara más que el rimel que llevábamos puesto. ¿Quién necesita sentirse querida cuándo se puede bailar?
Nos enamorábamos de los más capullos y con un te quiero les dejábamos volver, volver a hacernos daño. Y después, en las noches de fiesta y con varias copas de más, derramábamos cada lágrima y maldecíamos cada nombre, nos prometíamos no volver a caer, nos decíamos que todo iría bien. El vodka reemplazaba aquellos besos que no debimos haber regalado. Dimos tanto amor que nunca nos fue devuelto.
Vivíamos demasiado rápido y sentíamos demasiadas cosas. Sabíamos como empezar a amar pero no como parar. Sabíamos como valorarnos pero no sabíamos como hacer que nos valoraran. Quisimos creer que no necesitábamos que nos valoraran. Que no necesitábamos que nos quisieran. No necesitabamos estabilidad. Necesitábamos noches locas y música a tope y cosas que nos hicieran flipar. Queríamos crear recuerdos que jamás pudiéramos olvidar. Las mejores noches son esas que casi no puedes recordar.
Esas éramos nosotras. Nos queríamos, pero a ellos les queríamos más. Nos empeñábamos en decir que el orgullo primero hasta que llegaba alguien que nos rompía cada uno de nuestros planes y lo más importante, nuestro corazón. Ese no se puede reemplazar. Tras la primera cicatriz ya no quisimos creer más. Échemosle la culpa a esos chicos que nos enseñaron que entregarse solo sirve para entregar una parte de ti que nunca vas a recuperar. Nadie te la va a volver a dar. Todo va a salir mal. ¿Quién necesita amor, quien necesita amar, cuando tienes una caja de marlboro que te ayuda a celebrar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario